El Mérida vence y convence en El Romano.
Doblete de Pareja, control total y justicia ante un filial blanco que perdió los nervios en el descuento
El Romano volvió a ser una fiesta. El Mérida AD firmó una de sus actuaciones más sólidas de la temporada al imponerse con claridad al Real Madrid Castilla (3-0), cortando de raíz la racha de cinco victorias consecutivas del filial blanco. Un triunfo de carácter, intensidad y fútbol ante un rival desbordado en todos los aspectos.
El equipo romano salió con las ideas claras desde el primer minuto: bloque medio, presión selectiva y salida rápida por las bandas. El Castilla quiso mandar en la posesión, pero el Mérida mordía cada balón dividido, anulando las líneas interiores del conjunto de Arbeloa.
El primer golpe llegó justo antes del descanso. En el 42’, Pareja cazó un balón en el segundo palo tras una jugada ensayada que el equipo ejecutó con precisión quirúrgica. Apenas tres minutos después, el propio Pareja repitió la dosis con un recorte de calidad y un disparo ajustado que puso el 2-0 y encendió el Romano José Fouto.
El Castilla, desbordado, no volvió a encontrar el rumbo.
En la segunda mitad, el Mérida administró su ventaja con madurez y siguió buscando el tercero. Lo encontró en el 73’, cuando un error del meta visitante Valdepeñas al intentar despejar una cesión acabó dentro de su portería. 3-0 y partido resuelto.
A partir de ahí, el Castilla perdió los papeles, “nervios, frustración y tangana monumental”, en el descuento, David Jiménez cometió una entrada durísima e innecesaria en el centro del campo, una acción fuera de lugar que desató una trifulca entre ambos equipos.
El árbitro mostró roja directa al infractor y expulsó también a Manuel Ángel y al técnico Álvaro Arbeloa, dejando clara la justicia del castigo ante una falta tan innecesaria como peligrosa.
Más allá del resultado, el Mérida demostró que tiene argumentos de sobra para competir contra cualquiera: solidez táctica, compromiso colectivo y pegada arriba. El equipo supo sufrir, interpretar el partido y castigar los errores del rival con oficio.
El 3-0 es tan contundente como merecido, reflejo fiel de lo que se vio sobre el césped.
En la grada, el público reconoció el esfuerzo con una ovación cerrada al final del partido. En el vestuario, satisfacción total: el conjunto romano se coloca en una posición cómoda en la tabla y, sobre todo, reafirma su identidad y confianza.
