13 de febrero de 2025
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El Atleta emeritense Antonio Rubio, primer español en hacer Top 5 en el la prueba de obstáculos ‘Ultimate Warrior’ de Países Bajos

El deportista emeritense, que fué el primer español en completar el Iron y Ultra Viking en un fin de semana, termina quinto clasificado de la general en esta exigente prueba deportiva celebrada el pasado fin de semana tras recorrer 112km.

Antonio Rubio, originario de Mérida, ya hizo historia el año pasado con su reto “Valhalla” al convertirse en el primer español en completar el ‘Iron Viking’ y ‘Ultra Viking’ en un solo fin de semana, fijando además el récord del circuito. Para este año, presentó su proyecto ‘Shogun’, con el que Rubio se ha vuelto a enfrentar a un gran reto logrando ser el primer deportista español que consigue quedar entre los cinco primeros de la general en la historia de esta prueba.

Tal y como nos habia prometido, aqui nos cuenta de primera mano su experiencia.

El día comenzó antes de que amaneciera. A las 6:00 a.m., el despertador rompió el silencio, para empezar el día que llevaba preparando todo un año. Desayuné con calma, sabiendo que sería la última comida solida hasta dentro de muchas horas. Las mochilas ya estaban listas: una con suplementos y comida para mantenerme en pie y otra con ropa de cambio y accesorios contra el frío. Hoy el reto no sería solo físico, sino también mental.

**7:50 a.m.**  

Llegué a la zona de carrera bajo una fina llovizna que parecía no tener intenciones de cesar. Recogí mi peto, el cual me identificaba como uno de los participantes de la temida modalidad de 24 horas, y busqué mi lugar en la carpa, que sería mi «zona de vida». Este espacio sería mi único refugio durante la prueba, donde podría cambiarme de ropa, reponer energías y, tal vez, descansar unos minutos.

**8:45 a.m.**  

Después de calentar bien, me despedí de mi chica y mi hijo. Estaba a punto de enfrentar uno de los mayores desafíos de mi vida, y su apoyo me daba fuerza. Me coloqué en la línea de salida, nervioso pero emocionado. El organizador repasó las reglas clave y nos dio algunas instrucciones finales. Las gotas de lluvia seguían cayendo, y yo solo pensaba en lo que estaba por venir. Había llegado el momento de poner a prueba todo lo que había entrenado.

**9:05 a.m.**  

La carrera comenzó. Aunque las previsiones decían que la lluvia pararía alrededor de las 11:00, en ese momento era lo de menos. Me coloqué en la parte trasera del grupo, pero sabía que no podía quedarme ahí si quería alcanzar mi objetivo de 140 km. Los primeros obstáculos me permitieron adelantar posiciones y meterme entre los primeros 15. El plan era claro: apretar un poco en los primeros 28 km para ganar margen.

Con cada kilómetro y obstáculo que pasaba, fui encontrando mi ritmo. Sin embargo, algunos obstáculos eran completamente nuevos para mí, lo que me obligaba a perder algo de tiempo visualizando la forma más eficiente de superarlos, consciente de que los enfrentaría muchas veces más. La clave sería ahorrar energía en cada paso.

**12:20 p.m.**  

Completé los primeros 28 km en 3 horas y 15 minutos, un tiempo mejor del que había previsto (3h30′ – 4h). Sin perder tiempo, arranqué la segunda vuelta sin detenerme en la zona de vida, ya que llevaba conmigo todo lo necesario para completar los primeros 56 km. Sabía que tenía que bajar el ritmo, y lo hice, finalizando esta segunda vuelta en 3h45’.

**4:05 p.m.**  

Llegaron las vueltas de 7 km, la parte más psicológica de la prueba. Según lo acordado con mi nutricionista, no probaría comida sólida hasta haber pasado los 63 km, así que esa fue mi motivación para esta primera vuelta corta: poder cambiar los geles y los isotónicos por un sándwich.

Antes de la tercera vuelta de 7 km, decidí cambiarme. Las zapatillas y calcetines secos fueron un alivio tras horas de lluvia constante. Me puse mallas largas, camiseta seca, el cortavientos y la linterna frontal, preparándome para la noche que se avecinaba. A medida que la temperatura descendía, el número de corredores también lo hacía, pero sabía que estaba entre los siete primeros.

**La noche cae**  

El frío se hacía insoportable. Cada vuelta implicaba atravesar una playa y sumergirme en pozas de agua que parecían no tener fin. A pesar de abrigarme con una sudadera y otro cortavientos, nada parecía suficiente para detener el frío que se filtraba hasta mis huesos. Llevaba ya 17 horas corriendo, y el cuerpo comenzaba a resentirse. Cada obstáculo era una tortura para mis manos, ahora inflamadas y casi congeladas. Aun así, mentalmente me mantenía fuerte. Sabía que mi meta de 140 km se me escapaba, pero no me iba a rendir.

**Vuelta 6**  

Decidí intentar acelerar, con la esperanza de ganar tiempo y alcanzar las 9 vueltas, pero mi gemelo derecho pronto dejó claro que no podía mantener ese ritmo. Al pasar la línea de meta en la vuelta 7, vi a mi chica y a mi hijo esperándome. Su presencia me dio una inyección de moral. Les dije que iba a por la última vuelta, sabiendo que no me quedaba tiempo para dos más.

**Fin de la carrera**  

Con 109 km recorridos, mi reloj GPS murió, pero ya conocía el recorrido lo suficientemente bien como para saber cuánto me quedaba. Crucé la meta después de la vuelta 8, con una hora y 15 minutos restantes para completar las 24 horas. Decidí no salir a por la novena vuelta. Sabía que no tendría tiempo suficiente para completarla y que los kilómetros no contarían si no la terminaba.

Abracé a mi familia, crucé la meta por última vez y me colgaron la medalla. Lo que había estado esperando durante un año había terminado.

No logré los 140 km que me había propuesto, pero terminé 5º, y no puedo sentirme más orgulloso. El frío y la noche causaron estragos, pero di todo lo que tenía. Eso sí, tengo una cuenta pendiente… Volveré para lograrlo.

Antonio Rubio – Sons of workout

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